Dominio. Intriga. Caos. Exposición.
Una empresa en la cima. Una red de adversarios… y un jugador que reescribe las reglas.
Kaspar Rockwell es director creativo en Pheelix Gamevisions, una de las empresas tecnológicas más poderosas del mundo. Pero detrás de la fachada de cristal hecha de innovación y éxito, se esconde un sistema de control, engaño y pruebas de lealtad.
Kaspar conoce este juego – y lo domina como nadie más. Con precisión psicológica, cálculo estratégico y una inquietante capacidad para la manipulación, asciende piso por piso. Pero cuanto más alto sube, más profundo mira hacia el abismo de un mundo en el que la verdad no es más que un relato – y la confianza puede acabar siendo mortal.
¿Quién te envió?
susurró Kaspar entre dientes mientras inmovilizaba al hombre contra el suelo.
El hombre permaneció en silencio, con la mandíbula tensa y los labios firmemente cerrados.
—¡Habla ya!
El puño de Kaspar se estrelló contra el rostro del hombre. La sangre salpicó el parqué, un rojo intenso que se esparció sobre la madera clara. La música alcanzó su punto más alto; el aria casi gritaba de desesperación mientras Kaspar golpeaba de nuevo.
—¡Fue Paul, ¿verdad?! —gritó Kaspar, furioso.
El hombre guardaba tanto silencio como su propia sangre.
—¡Odio que extraños… entren… a mi casa!
Cada golpe era una válvula de escape para su rabia contenida, cada puñetazo hacía brotar más sangre. Se le pegaba a las manos, goteaba al suelo, pero Kaspar solo veía el rostro del hombre: inmóvil, inexpresivo, mudo.
Su puño se movía de forma mecánica, impulsado por un frenesí interior que lo dominaba por completo. El mundo desapareció. Solo existía el ritmo de los golpes y las notas desesperadas de la música llenando el aire.
»Un thriller psicológico en cuatro actos – impactante, complejo y absolutamente perturbador.«
El cuerpo bajo él se quedó inerte. La música se fue desvaneciendo poco a poco; la última nota se prolongó como un suspiro en el silencio. Kaspar quedó sentado sobre el hombre, jadeando, la camisa empapada de sudor y sangre. El dolor palpitaba en su puño, pero su mirada seguía fría, casi analítica.
—¿Kaspar?
—Cleo. Maté a alguien.
—¿Debería preocuparme?
—No. Pero pensé que debías saberlo.
—¿Era… necesario?
—Sí.
—Entonces encárgate de ello. Y llámame si necesitas algo.
—Lo haré.
Nota del autor
Mientras escribía El juego según Kaspar, me adentré en el espacio entre la estrategia y la identidad, entre el control y el caos. Es una historia sobre máscaras: las que nos colocamos nosotros mismos y las que nos imponen desde fuera. Kaspar, Cleo y el mundo en el que se mueven son ficción. Pero las preguntas que plantean son reales: ¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar para seguir en el juego? ¿Y qué parte de ti estarías dispuesto a sacrificar por ello? Algunas verdades solo salen a la luz cuando ya no quedan reglas.
